miércoles, 23 de diciembre de 2009

El calendario hebreo.

Es un calendario lunisolar, es decir, que se basa tanto en el ciclo de la Tierra alrededor del Sol (año) como en la Luna al rodear a la tierra (mes). La version actual, por la que se rigen las festividades judias fue concluida por el sabio Hilel II hacia el año 359, este calendario se basa en un complejo algoritmo, que permite predecir las fechas exactas de luna nueva, asi como las distintas estaciones del año, basandose en calculos matematicos y astronomicos, prescindiendo desde aquel momento de las observaciones empiricas de que se valieron hasta entonces los judios.

En su concepcion compleja tanto solar como lunar, el calendario hebreo se asemeja al chino, sin que se sepa de influencia alguna que haya tenido uno sobre otro, y tambien el calendario usado por los pueblos de la peninsula arabiga hasta la aparicion del Islam, en el siglo VII de la era cristiana, en cambio, se distingue del calendario gregoriano de amplio uso universal, basado unica y exclusivamente en el ciclo solar-anual; y tambien del que rige al mundo muslman desde Mahoma hasta nuestros dias, que es puramente lunar.

El calendario hebreo comienza con la genesis del mundo, que acontecio segun la tradicion judia, el Domingo 7 del año 3761 A.C, fecha equivalente al 1 del mes de Tishrei del año 1, de esta manera, el año gregoriano de 2009 equivale al año hebreo de 5769 (que comenzo al atardecer del 29 de Septiembre del 2008), el dia en el calendario hebreo comienza con la salida de 3 estrellas y culmina con el ocaso, en esto se diferencia del dia segun el calendario gregoriano, que discurre exactamente de medianoche a medianoche.

La costumbre de ver al día comenzar con la caída del crepúsculo es tan antigua como la Biblia misma, y se basa en el texto bíblico del Génesis 1:5, que al cabo de cada día comenta "Y fue la tarde, y fue la mañana...", de lo que se entiende que cada uno de los días de la creación comenzaba por la tarde. Más explícitamente aun, al prescribir la Biblia el ayuno del Día del Perdón, el Yom Kipur: "El día décimo de este séptimo mes será el día de la Expiación... Será para vosotros día de descanso completo y ayunaréis; el día nueve del mes, por la tarde, de tarde a tarde, guardaréis descanso" (Levítico 23:27-32).

Desde entonces, es práctica corriente y antiquísima, que las festividades judías comiencen al caer el sol. Y no sólo ellas: la consabida costumbre de comenzar la celebración de la Navidad con la cena de Nochebuena, tiene sus raíces en tal milenaria usanza hebrea, cabe destacar, no obstante, que estudios arqueológicos han revelado que también en la antigua Babilonia se señalaba el comienzo del día al atardecer, y se estima que es ése el origen de la costumbre.

El mes en el calendario hebreo se basa en el ciclo que cumple la Luna al circunscribir por completo a la Tierra, captando el ojo humano desde nuestro planeta 4 diferentes estadios principales de la Luna, a saber: Luna nueva, Cuarto creciente, Luna llena o plenilunio, y Cuarto menguante. Tal ciclo dura aproximadamente 29 días y medio. Resulta asombroso comprobar que ya los antiguos sabios hebreos supieron calcular la duración exacta de tal ciclo, estimando de acuerdo con sus conocimientos astronómicos que el periplo del satélite en torno al planeta Tierra tenía una duración de '29 días, 12 horas, y otras 793/1080 de hora' (o sea, otros 44 minutos y 3.33 segundos), siendo su error de cálculo de medio segundo. Debido a que la cantidad de días en un mes debía ser exacta, el calendario hebreo estipuló meses de 29 y de 30 días, intercaladamente.

Al final de un mes hebreo, la Luna está completamente a oscuras, y no es visible desde la Tierra, al despuntar el Cuarto creciente, se alcanza a ver apenas a la Luna como una finísima guadaña, que desaparece en el horizonte minutos después del ocaso: es el comienzo del mes hebreo. Con el correr de los días, crece paulatinamente la parte iluminada de la Luna que se aprecia desde la Tierra, hasta llegar al plenilunio que marca exactamente la mitad del mes. A partir de ahí, vuelve la Luna a menguar con el discurrir de los días, hasta desaparecer por completo, culminando también del mismo modo el mes del calendario hebreo.

Los nombres de los meses hebreos, tal como los conocemos en nuestros días, tienen sus orígenes en la antigua Babilonia, de donde fueron adoptados por los judíos allí desterrados por el rey Nabucodonosor II, exilio que duró 70 años (586 a. C. - 516 a. C.). Más antiguamente, los meses eran denominados tan sólo por su orden numérico, comenzando en la primavera (boreal) por el mes primero, Nisán, y culminando con el duodécimo, Adar. En el Pentateuco se menciona a Nisán como el primer mes del año, al haber sido aquél en que el pueblo de Israel se liberó de la esclavitud de los faraones de Egipto: "Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año" (Éxodo 12:2).

Otros nombres de meses mencionados en ciertos libros de la Biblia, especialmente en el Libro de los Reyes, como el "mes de Ziv" (1Reyes 6:37), o "el mes de Bul, que es el mes octavo" (1Reyes 6:38), y también "el mes de Eitanim, que es el mes séptimo" (1Reyes 8:2), fueron seguramente tomados de nombres de meses fenicios, ya que son mencionados en el contexto de las relaciones comerciales entre el Rey Salomón y el Rey Hiram de Fenicia. Los nombres babilónicos, que han llegado hasta nuestros días, aparecen por primera vez en el Libro de Ester y en los de Esdras y Nehemías, y fueron adoptados asimismo por otros idiomas, como el turco moderno (Nisan = abril; Temmuz = julio; Eylül = septiembre; Şubat = febrero).

La duración de los meses hebreos oscila entre los 29 y los 30 días, de la siguiente forma:


1.Tishrei (30 días) (תשרי) - cae aproximadamente en septiembre u octubre.

2.Jeshván (29 ó 30 días) (חשוון, llamado también Marjeshván - מרחשוון) - octubre o noviembre.

3.Kislev (30 ó 29 días) (כסלו) - noviembre o diciembre.

4.Tevet (29 días) (טבת) - diciembre o enero.

5.Shevat (30 días) (שבט) - enero o febrero.

6.Adar (29 días) (אדר) - febrero o marzo.

7.Nisán (30 días) (ניסן) - marzo o abril.

8.Iyar (29 días) (אייר) - abril o mayo.

9.Siván (30 días) (סיוון) - mayo o junio.

10.Tamuz (29 días) (תמוז) - junio o julio.

11.Av (30 días) (אב, llamado también Menajém Av - מנחם אב) - julio o agosto.

12.Elul (29 días) (אלול) - agosto o septiembre.
 
Un año hebreo incluye un ciclo completo de las cuatro estaciones del año, y, a su vez, debe contar con un número exacto de meses lunares. De esta manera, el año hebreo puede tener tanto 12 meses (año simple), como 13 (año bisiesto, o en hebreo שנה מעוברת, "año preñado").Hoy en día es sabido que las estaciones del año se deben a la traslación de la Tierra en torno al Sol, ciclo denominado en astronomía "año trópico" (365 días, 5 horas, 48 minutos y 44 segundos).
 
Al ser el año trópico sensiblemente más largo que el año lunar de 12 meses (354 días, 8 horas y 49 minutos), se iría corriendo la Pascua judía indefectiblemente hacia el invierno, contrariamente al precepto bíblico, si el año hebreo durase 12 meses de manera constante. Para evitarlo, se agrega un décimotercer mes a fin de año, cada vez que la diferencia acumulativa entre el año solar y el lunar, de unos 11 días por año, alcanza a formar un mes entero.
 
El calendario hebreo no solamente combina entre el año solar y el mes lunar; sino que ambos ciclos complementados, han de convivir exitosamente también con otro de los legados del calendario de los judíos al resto del mundo: el ciclo semanal de siete días.
 
Los días de la semana hebrea se basan en los seis días de la Creación, según relata el primer capítulo del libro del Génesis, siendo su nombre el mismo que les adjudica la Biblia, que son simplemente los nombres de los números ordinales en hebreo, del primero al sexto —denominación que se conserva en el idioma portugués, salvo el domingo; pero que se ha perdido en la mayoría de las lenguas occidentales, que adoptaron nombres de deidades paganas para los días de la semana— y en el séptimo día, en el que Dios descansó de su labor (Génesis 2:1-3): el Shabat, del hebreo שבת, shabbat, descanso; nombre que fue adoptado por una buena parte de las lenguas (castellano sábado, francés samedi, italiano sábato, portugués sábado, catalán dissabte, alemán Samstag, polaco sobota, griego sávvato, árabe asSabt, indonesio sabtu, rumano sâmbătă). Así pues, y basándose en el relato bíblico, comienza la semana hebrea el día domingo (יום ראשון, "yom rishón", "el día primero"), y no el lunes como en el mundo cristiano, y culmina el sábado, el día consagrado al descanso.
 
El ciclo hebdomadario, y muy especialmente la santidad de la festividad del Sábado —que es considerada la más sagrada de las celebraciones judías, superada tan sólo por el Yom Kipur o Día del Perdón, precisamente denominado también "Sábado de Sábados"— impone otra serie de ajustes al calendario hebreo, que debe de adaptarse a las necesidades derivadas del Sábado en primer lugar, y luego de otras fiestas y ritos judíos.
 
De esta manera, se propone el calendario hebreo impedir que ciertas celebraciones, se superpongan o hasta se contradigan entre sí. El primer caso sería la gran inconveniencia que acarrearía el coincidir el Sábado, en el que se prohíbe cocinar, e inmediatamente luego o antes de él, el Yom Kipur, en el que los feligreses observan un rígido ayuno. Ya en el terreno de las contradicciones, no sería aceptable que el último día de la Fiesta de las Cabañas (סוכות, Sucot), uno de cuyos preceptos es agitar vigorosamente las ramas de aravá o sauce, cayese en Sábado, en que esta actividad está expresamente prohibida, por ser una de las 39 actividades prohibidas el séptimo y último día de cada semana (Mishná, Tratado del Shabat, 7:2).
 

¿Que es el ladino?

El judeo-español, ladino o djudezmo es la lengua que fue y es hablada por los sefaradies (judios expulsados de España a raiz del edicto de la Alhambra decretado en 1492 por los Reyes Catolicos), esta lengua, aunque es eminentemente derivada del castellano, es tambien una mezcla en muchas proporciones de muchas de las lenguas habladas en la Peninsula Iberica (y las posesiones aragonesas en el Mediterraneo) a la salida de los judios a finales del siglo XV: catalan, gallego, aragones, portugues, italiano e incluso provenzal, como es propiamente una lengua judia contiene una aportacion de hebreo, y dependiendo de la zona donde sehable se nota una fuerte influencia del turco y del griego principalmente, el judeo-español hablado por los sefaradies del siglo XX muestra tambien una rica importacion de vocabularios del frances, dada la fuerte influencia que tuvo la Alianza Israelita Universal en ciudades como Salonica y Estambul.
Al nunca haber sido regulada esta lengua, es actualmente sujeto de muchas controversias, siendo el nombre quizas lo mas comun, el nombre ladino surge de la costumbre rabinica de traducir las escrituras del hebreo original al castellano, hablado por el comun de los sefaradies, a esta accion se le llamaba fazer en latino, y con el paso del tiempo, las escrituras leidas o traducidas al castellano se decia que estaban en ladino, sin embargo, los sefaradies la mayoria de las veces se referian a su lengua como espanyol, o mas comunmente djudezmo, el termino de judeo-español surge de la necesidad de diferenciarlo del español moderno, al ser una lengua que aunque inteligible es evidentemente distinta, se observa una muy fuerte influencia del arabe.

La lengua hablada por los judios españoles antes de la expulsion no diferia sustancialmente del idioma español hablado por la mayoria de la poblacion, aunque tuvieron en ocasiones rasgos especificos, particularmente el empleo ocasional de lexico hebreo, en las primeras decadas del establecimiento de los sefaradies en la ciudad de Salonica, coexistian varias de las lenguas habladas en la Peninsula Iberica, era posible, en los diferentes barrios o Calls identificar lenguas como el gallego, catalan o portugues, sin embargo, la sustancial predominancia de los sefardies de origen castellano o andaluz propicio que todas las lenguas anteriores fueran cayendo paulatinamente en desuso, no sin antes haber ejercido cierta influencia.

El judeo-español posee una gran cantidad de vocablos de corte "arcaico", en relacion con el castellano actual, mucho de esto se debe a la falta de dinamismo que tuvo el idioma en los Balcanes, lejos de la "madre patria", cuya lengua se enriquecio y sufrio reformas con el paso de los años, el judeo-español por su parte, adquirio vitalidad de la lengua turca y griega principalmente, las cuales lo enriquecieron y modernizaron, durante siglos, se produjo una abundante tradicion oral en judeo-español, asi como una gran cantidad de literatura, el judeo-español era usada como lingua franca en el comercio y en las relaciones sociales.

En el siglo XX el judeoespañol experimenta un rápido declive. Por un lado, el Holocausto nazi que aniquiló comunidades enteras, como la numerosa comunidad de Salónica. La exterminación sistemática de la población judía en los campos de concentración es el acontecimiento histórico más duro que sufren las comunidades sefardíes desde la expulsión de 1492.


Por otro lado, las migraciones causadas por la propia guerra y posteriormente por la creación del Estado de Israel propiciaron el desmembramiento y aculturación de las comunidades. En apenas cinco años la lengua Sefardíes perdió al 90% de sus hablantes. Esto significó para el judeo-español dejar de tener un punto de localización reconocible y perder a quienes mejor hubieran podido abrir nuevos caminos hacia la normalización de una lengua: los escritores y creadores literarios.

Ni el odio, ni la expulsión, ni la diáspora. Ni el olvido, ni la asimilación a otras culturas de Europa y del mundo… Nada ha conseguido hacer desaparecer el ladino, esa lengua que viajó entre el alma partida y las bocas incapaces de nombrar las humillaciones de los judíos desterrados de España a partir de 1492. Más de 500 años ha sobrevivido esta lengua como símbolo enrocado de una cultura, la de los descendientes de los sefarditas, unas 250.000 personas, que está dispersa y viva por todo el mundo.