jueves, 28 de enero de 2010

Dios en el Talmud.

La sabiduría a la que sólo tienen acceso los ángeles o sabios iluminados es una sabiduría limitada. De la Torá se dice que es la sabiduría de Dios y como tal es ilimitada. Así como Dios está en todas partes y en todas las cosas y al mismo tiempo trasciende enteramente todas las cosas, del mismo modo Su sabiduría debe ser igualmente accesible tanto para un niño de cinco años como para un gran erudito —siempre y cuando haya una mente para recibirla. Historias de dos hermanos que pelean, reglas acerca de la división de un artículo cuya propiedad está en disputa —son temas simples que cualquiera puede relatar. Y, sin embargo, la forma en que son tratados en la Torá, ustedes pueden hallar una fuente de sabiduría infinita.

Cuando los sabios comparan a la Torá con el agua1, explica Rabí Schneur Zalman de Liadi, tenían esa cualidad en mente: Así como el agua desciende desde el lugar más alto al más bajo sin cambiar, del mismo modo la Torá desciende de su lugar en los reinos superiores para investirse en asuntos mundanos y materiales, así cada persona puede comprenderla —sin ningún cambio esencial en esa sabiduría.

Considerándolo cuidadosamente, usted notará que Rabí Schneur Zalman está cambiando los paradigmas. Como usted señaló, decidir qué debe hacerse con una vestimenta reclamada por dos litigantes no es la muestra máxima de la sabiduría infinita de Dios. Creer eso es análogo a decir "el profesor es inteligente, sabe como comprar un par de zapatos". El genio del profesor debe ser hallado en sus soluciones a ecuaciones diferenciales, su diálogo con sus iguales o su última tesis. Comprar zapatos es algo que puede dejar para otros. Y es mucho más así con Dios —puesto que Su sabiduría misma es infinita.

Para descubrir la sabiduría de Dios en el Talmud no debemos examinar sólo el contenido del problema y su solución, sino también el proceso. El contenido (cartas de divorcio, vacas y burros, las señales de kashrut en los animales, etc.) son simplemente la vestimenta exterior en la cual una sabiduría más profunda está investida. La verdadera sabiduría se encuentra una vez que extrapolamos la orientación intelectual más allá de esas discusiones —no las enseñanzas sino la forma de pensamiento. En efecto, en su estudio del Talmud usted habrá notado que el enfoque de la Torá y de nuestros sabios al resolver esos temas, a menudo parece peculiar y aun ilógico. Sin embargo con una reflexión más profunda, se hace obvio que una forma diferente de inteligencia está oculta bajo la superficie.

Quizás el profesor puede hacer lo mismo. Quizás puede decir cuando ir de compras para emplear sus habilidades en, digamos, la teoría del juego, para comprar zapatos. En efecto, nosotros a menudo hacemos esto cuando empleamos un método llamado la parábola. La parábola es una historia simple que contiene una profunda sabiduría. Tanto si se trata de las fábulas de Esopo como de Rebelión en la Granja de Orwell, el punto de la parábola no es el contenido —ni los hábitos alimenticios de los lobos o las costumbres sociales de los cerdos —sino una idea que el autor eligió vestir en esos "ropajes" para comunicar una idea mucho más profunda.

De la misma manera, todas las halajot (leyes) del Talmud, del mismo modo que las historias del Tanaj (Biblia), son parábolas de Dios. La diferencia es que las parábolas humanas son fantasías. Cuando Dios crea una parábola, realmente ocurre en nuestro mundo. Después de todo, todo nuestro mundo no es sino un escenario para esas parábolas. Así son las mitzvot que hacemos. Así como las historias del Tanaj son cristalizaciones de la sabiduría de Dios, del mismo modo nuestras mitzvot son decretos de esa sabiduría en el reino físico. En el lenguaje del Tania, cuando hacemos una mitzvá estamos envueltos en la mente y el deseo de Dios. Otro ejemplo: Una vez trabajé en el campo de los multi medios y di una clase para re instrumentar los medios convencionales para los "nuevos medios". ¿Cómo tomar una película y transformarla en un juego interactivo? No pueden. Retrocedan hasta la mente del autor y comiencen de nuevo. Ustedes dicen "el autor escribió esta historia para expresar su sentido de lo que es el mundo y como actúa. Si queremos expresar esas mismas ideas en un juego, ¿cómo lo haría él?"

En verdad ninguno de esos ejemplos es satisfactorio, porque ambos pueden ser leídos como si dijeran que hay un contenido más profundo detrás del contenido. Estamos hablando de una distinción cualitativa entre el contenido y el proceso. Sin embargo hay otra forma de decir esto:

Las matemáticas usualmente se enseñan siguiendo un libro de texto. Digamos que un verdadero matemático, uno que genera brillantes nuevas ideas y aplicaciones en la materia, enseña al curso. Debe proveer las mismas fórmulas y principios. Pero ustedes no estarían aprendiendo matemáticas. Ustedes estarían aprendiendo como pensar como un matemático.

Similarmente, la Torá no es sólo "que piensa Dios" sino también "cómo pensar igual que Dios". Dios puede elegir pensar acerca de lo que desee pensar. El asunto no es el tema sino su tratamiento. Es por eso que el estudio de la Torá, a diferencia de los estudios académicos típicos, tiene más de proceso que de contenido. Más de "cómo llegar" y menos de "dónde llegar". A través de los tiempos muchas grandes mentes conocieron esta "forma de pensamiento" y cada una lo expresó en sus propios términos. En tiempos más recientes, Rabí Jaim Soloveitchik de Brisk redujo a muchos de los debates talmúdicos a un paradigma de sujeto/objeto. Rabí Iosef Rosen de Rogatchov demostró que muchos de los debates entre los sabios talmúdicos Abaie y Rava eran debates acerca de la naturaleza del tiempo — ¿Es una serie de puntos o un fluido continuo? Rabí Iosef Kevin demostró que la escuela de Hillel y la escuela de Shamai están realmente llevando a cabo un sólo debate a lo largo de todo el Talmud: ¿Qué tiene precedencia, lo potencial o lo real?

Aun así, esas expresiones son la vestimenta exterior. La vestimenta interior, como dijimos, es algo ilimitado con infinitas formas de expresión, algo que nunca vamos a poder poner en una caja de cristal y decir "¡Esto es!" ¿Quién puede decir que la comprensión de los Rabíes Soloveitchik, Rosen o Kevin de Dios no es más grande que la de un niño pequeño? Como dijo uno de mis maestros "Si has estudiado una sección del Talmud hasta que todo está en su lugar, suave y limpiamente —lo más cierto es que lo has estudiado mal. ¿Cómo es posible que la mente del Creador pueda acomodarse dentro de la mente de lo creado?" Cada comprensión es perfecta e imperfecta al mismo tiempo.

Lo principal es estudiar Talmud con un maestro que pueda abrir sus profundidades para usted, que lo haga formular las preguntas correctas y mirar por debajo de la superficie de cada respuesta. Y en todo momento tener en mente que usted no está jugando otro juego intelectual. Usted está jugando un juego sin final llamado "Pensemos como Dios". En efecto, el Tania dice, en el momento de estudiar su mente no está conociendo la voluntad y sabiduría de Dios —su mente se hace una con la de Él.

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