jueves, 28 de enero de 2010

Tav.

Impresión - El sello de la Creación.


El Zohar declara: "la tav deja una impresión en el Anciano de Días". "El Anciano de Días", se refiere al sublime placer, innato en la "corona" (Voluntad - Deseo) de la Emanación Divina. La letra tav (se refiere aquí al "Reino del Infinito, Bendito sea El"), deja su impronta o cuño en el "Anciano de Días". Esa impresión es el secreto de la fé simple en la omnipresencia absoluta de Dios, la presencia del Infinito en lo finito, porque "no hay nada que se asemeje a El" (la conclusión de la cita del Zohar).

Esta fe se transmite como herencia de generación en generación, de mundo en mundo; maljut ("reino") del mundo superior conectado con keter ("corona") del mundo inmediato inferior. La tav, la letra final del alef-bet, corresponde a maljut ("reino"), el último poder Divino, el secreto de "Tu Reino es el Reino de todos los mundos". La impronta de la tav es el secreto del poder que conecta los mundos - generaciones.

La primera huella de la verdadera fé es la que fue grabada en el alma de nuestro primer padre, Abraham, "el primero de todos los creyentes". Este es el secreto de la adquisición de Abraham de la Cueva de Majpelá, el cementerio judío original, por cuatrocientos (el valor numérico de la tav) shekel, el secreto de nuestra herencia eterna de "cuatrocientos mundos de placer", rubricados con el sello de la fe simple. Las rúbrica de Dios (en la Creación) es la verdad (en hebreo emet, palabra formada con las letras finales de las tres últimas palabras del relato de la Creación: bara elokim la'asot", "...Dios creó para 'hacer'"). La última letra o rúbrica de la palabra misma emet (en hebreo "verdad"), o sea la rúbrica de la rúbrica de Dios, es la misma letra tav, la fe simple, que es la conclusión y culminación de las veintidós fuerzas - letras - que actúan en la Creación.

Las tres letras que componen la palabra emet, son el principio, la mitad y el final de las letras del alef-bet. La alef corresponde a la limitada percepción que tenemos de la paradoja Divina de la fuente infinita (donde las aguas superiores e inferiores, alegría y amargura, son absolutamente uno). De este conocimiento emana la mem, la fuente de la sabiduría Divina, el poder que aumenta eternamente en la penetración de los misterios de la Torá. "El fin último del conocimiento es el no saber", saber que no se sabe nada. La culminación del fluir de la sabiduría Divina en el alma (después de todo lo que se dijo y hizo) es la "majestuosa" revelación del infinito "tesoro-hogar" de la fe simple en la absoluta omnipresencia de Dios aquí abajo, que es innata en el alma de Israel. La culminación de la verdadera fe simple es el secreto de la "tav".

"Todo sigue a la rúbrica", es el secreto de la "luz que retorna" desde la tav hacia la alef, formando la palabra ta (tav alef), "celda". Alrededor del Santuario interior del Templo, se construyeron muchas "celdas" o "pequeñas cámaras"; estaban construidas sin ventanas, por lo que eran completamente oscuras en su interior. El jasidismo enseña que estas celdas revelan el nivel de "El puso Su lugar oculto en la oscuridad", la percepción de la fé simple llegando a la absolutamente "oscura" Esencia de Dios.

Por eso hemos explicado: "Torá es la impresión [la tav] de la Divinidad; Israel es la impresión [la tav] de la Torá". La Divinidad es percibida en principio a través de la meditación profunda en completo silencio (sumisión), el secreto del jash ("silencio") del jashmal. Entonces, a través de pasar una etapa intermedia de "circuncisión", viene una primera expresión del mal, (en hebreo "circuncisión"). Torá es el secreto de la separación entre maldad y bondad (circuncisión), cortar el prepucio (maldad).

Israel, la manifestación definitiva de la Palabra de Dios en la Torá ("Israel" es la sigla de la frase en hebreo "Hay seiscientas mil letras en la Torá"), corresponde al nivel final de "hablar", el "segundo" mal de jashmalmal. El hablar, la comunicación de la unicidad de Dios entre las almas, es el nivel definitivo del servicio Divino, "endulzando" la realidad toda como enseñó el Baal Shem Tov. La tav, que es la fé simple, es vista aquí como el poder de acuñar y vincular, ligando los aparentemente paradógicos extremos de servicio Divino: el absoluto silencio de la meditación con la amorosa comunicación entre las almas.

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